jueves, 3 de junio de 2010

ENTENDÁMONOS BIEN-Comunicación

ENTENDÁMONOS BIEN
Por Gabriel Coronado Estrada

En ciertos cursos de seguridad industrial, se utiliza una frase: “NO DES NADA POR SENTADO”. Y se usa para recomendar a los trabajadores y empleados que por ejemplo, si ven un agujero en el suelo, no crean que los demás trabajadores ya lo saben. Es mejor poner un aviso, pues no faltará el despistado que se vaya por el agujero con toda su humanidad y se de un mulazo de esos de los que ya no se recupera uno nunca.

La frase me llama la atención porque me doy cuenta de que se puede aplicar exactamente los problemas de comunicación entre las personas.

Y es que este problema, el de la comunicación, está presente en prácticamente todas las actividades humanas. Gran parte del problema precisamente es dar las cosas por sentadas. Un ejemplo clásico es el del maestro mecánico con su chalán, que suelen tener diálogos de este tipo:

El Maestro:- ¡A ver, tú Chiricuas! ¡ven para acá!

El Chiricuas:- ¡Sí, máistro Bedoya!

El Maestro:- Te vas por la désta que está arriba del mueble grande, allá al fondo, y me la traes, pero la chica ¿eh? no me vayas a traer ni la grande ni la viejita

El Chiricuas:- Este...osea ¿cómo?

El Maestro:- ¡SÍ, HOMBRE! ¡LA DESTA! ¡CON LA QUE APRETAMOS EL COCHE DEL SEÑOR DEL OTRO DÍA, PERO TE ME MUEVES POR FAVOR!

El Chiricuas:- Este...

El Maestro:- ¡¡PERO YA!!

El Chiricuas:- Sí, máistro...

Por supuesto, el pobre Chiricuas trae la herramienta equivocada, y cuando regresa con ella, el maestro Bedoya se le va encima y le reclama que no escucha, que es un tonto, etc.

¿Quién está mal aquí?

Pues por supuesto, el Maestro Bedoya, que no se toma el trabajo de decir claramente y con las palabras correctas lo que quiere, y además, no se asegura de que el otro lo haya entendido. Es decir, DA POR SENTADO que ya le entendió, aunque no sea así.

Pero también el Chiricuas tiene la culpa...aunque sea en parte, ya que debería haber preguntado, antes de ir a perder el tiempo y buscar la “Désta”, exactamente a qué se refería el maestro. “Perdón, maestro, y no se enoje, pero nos ahorramos muchos problemas y vueltas si me dice usted un poco más de la herramienta que quiere. ¿De qué color es? ¿es una pinza o algo parecido? ¿recuerda usted algo más?"

En las parejas suceden cosas parecidas. Un caso típico es el de la esposa que supone que el marido sabe que ella está enojada por algo. Como la mujer tiende a ser más receptiva a los sentimientos de los demás que el hombre, cree que cuando ella está de malas el marido debe darse cuenta de inmediato. Es decir DA POR SENTADO que el otro ya sabe que está molesta digamos porque su adorado se acabó los Corn Flakes en la mañana y no le avisó. En la noche, cuando el esposo regresa del trabajo, suelen darse diálogos como éste:

El esposo:- ¡Hola. mi amor! ¿cómo estás?

La esposa (tratando de poner cara de Marga López) – Bien, gracias...

El esposo:- ¡Qué bueno! oye ¿te cuento lo que me pasó hoy?

La esposa: - Si quieres...

El esposo:- ¿Qué te pasa?

La esposa: - Nada...

El esposo:- ¿Qué hice?

La esposa:- Ya sabes...

Y con esa frasecita las mujeres acaban con los maridos, ya que en el 98% de los casos, el marido NO TIENE LA MENOR IDEA DE LO QUE PASA POR LA MENTE DE SU MUJERCITA. Así que si ella no hace algo por aclarar las cosas, lo más probable es que el marido se vaya solo a la televisión y se ponga a ver un partido de fútbol entre dos equipos ingleses de los que jamás ha oído hablar. Claro que su mujer se quedará con su “coraje entripado” DANDO POR SENTADO que el otro ya sabe del porqué de su enojo, y calificándolo en su mente de frío, miserable, etc. Y lo peor puede todavía venir si el despistado marido se levanta en los comerciales, se dirige a la cocina y le grita a su esposa: “¡Amor! ¿Ya no tenemos Corn Flakes...? (cerremos la cortina para evitar presenciar una escena de violencia extrema que reprobamos)

¿Qué hacer para evitar problemas de este tipo? bueno, pues tenemos que asegurarnos de que el mensaje ha sido recibido por el otro. Para esto tenemos recursos muy valiosos:

1. Tratar de ser específicos . Esto se logra llamando a las cosas por su nombre y adecuando nuestro lenguaje a la persona con la que estamos hablando. Evitar en lo posible decir “la désta” o “la cosa esa” y decir por ejemplo “el desarmador” o “tu hermano Antonio”
2. Procurar la Retroalimentación. Esta palabrita significa algo muy simple: es pedirle al otro que nos dé alguna información que nos asegure que el mensaje ha llegado con bien. A veces con un “¿me entiendes bien lo que te estoy diciendo’”? es suficiente, pero en otras ocasiones deberemos pedir, amablemente al otro que nos repita el mensaje. Esto dependiendo de la importancia que tenga. Por ejemplo, en el caso del Chiricuas y el Maestro Bedoya, el maestro debió, además de llamar a las cosas por su nombre, preguntarle a su empleado: “¿Sí sabes cuál herramienta te digo?” y si la respuesta hubiera sido negativa, haberla descrito con más detalle. Es increíble la cantidad de trabajo y molestias que se evitan cuando se hace esto.
3. Dejarle saber al otro lo que se siente. No creas que el otro ya lo sabe ¡díselo! a lo mejor el otro no sabe que te molesta tal o cual cosa. En vez de sufrir a solas, la esposa o el marido deberían decirle al otro, con amabilidad y respeto las cosas usando una formulita muy sencilla: “Cuando tú haces X, entonces yo me siento Y; me gustaría que tú Z”. Usando el ejemplo de los Corn Flakes: “Cuando tú te acabas la comida y no me avisas, yo me siento como despreciada, como si no pensaras en mi bienestar. Me gustaría que tú me avisaras cuando veas que algo se termina”. Esto será mucho más efectivo que andar montando historias como para Silvia Pinal.
4. Dialogar. Darse tiempo y espacio para platicar. Es triste notar que hay parejas a las que les pasa como a aquél marido que decía “la última vez que mi esposa y yo salimos juntos, fue el día en que explotó la estufa”. Bromas aparte, lo cierto es que hay que apagar la tele y salir a tomar un café o a comerse unos ricos tacos. Y así, en un ambiente relajado, platicar y escuchar. Un consejo: Si tienes algo profundo qué platicar con alguien, no lo platiques en la casa. Sal a caminar sin prisa, o mejor, en el cafecito, siéntense pero no frente a frente, ya que esto produce una idea de confrontación, de pleito. Es mejor ocupar dos lados contiguos de la mesa.

La buena comunicación pues, requiere de la participación tanto del que habla como del que recibe el mensaje. Es más sencilla de lo que parece, pero hay que empezar a intentarla. Quedémonos pues con dos frases que deberíamos recortar y pegar en algún lugar visible de nuestra casa:

NO DES NADA POR SENTADO
NO CREAS QUE EL OTRO YA LO SABE ; ¡DÍSELO!

Y por cierto, no estaría de más comprar más Corn Flakes...

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